domingo, 18 de noviembre de 2012

Emiliano Salvador – Puerto Padre



Emiliano Salvador. Pianista y compositor.Era uno de esos músicos admirados por los propios músicos, y especialmente por los que tocan su  instrumento. Se puede decir en este caso, que se trata de un pianista de pianistas. Se ha convertido en una leyenda no solo entre los cubanos, sino en todo el ámbito de la Música Afrocaribeña y el Jazz latino.

Nació en Puerto Padre, Las Tunas, el 19 de agosto de 1951

Estudió percusión y piano en la Escuela Nacional de Arte y completó estudios posteriormente con Juan Elósegui, Federico Smith y Leo Brouwer. Integró el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC; fue pianista y arreglista del grupo de Pablo Milanés; acompañó a Silvio Rodríguez, Chico Buarque y al cuarteto brasileño MPB4.


Fundó y dirigió su propio grupo, que en diferentes momentos estuvo integrado por José Carlos Acosta, saxofón, tenor y soprano; Feliciano Arango, bajo eléctrico; Emilio del Monte, paila y drums; Rodolfo Valdés Terry, tumbadora y bongó. Según Leonardo Acosta, el mérito de Emiliano, musicalmente hablando, comienza con el hecho de que logró un estilo propio, orgánico y coherente, a partir de las raíces afrocubanas, el jazz, la música brasileña, el piano clásico y romántico y las influencias muy particulares de ciertos pianistas.El primero en Cuba que asimiló la lección de Evans fue Chucho Valdés.

Entre los pianistas norteamericanos que siguen el camino trazado por Bill Evans los primeros son McCoy Tyner, Herbie Hancock, Chick Corea y Keith Jarrett. De estos, fue McCoy Tyner, de afinidad indiscutible con los ritmos afro-latinos, quien ejerció la mayor influencia sobre Emiliano Salvador.


Emiliano se interesó particularmente por la innovaciones armónicas de Thelonious Monk, y por cierto fue el primer pianista cubano en hacerlo. Del movimiento del free-jazz, supo aquilatar los valores de otro pianista, Cecil Taylor, quien combinaba los hallazgos de Monk con el pianismo de compositores como Béla Bártok y con un sentido muy libre de la improvisación.


De los pianistas cubanos, se interesó especialmente por la música de Peruchín Jústiz y Frank Emilio, admiraba a Dámaso Pérez Prado como pianista, y lo consideraba (con justicia) como el Thelonious Monk de la improvisación cubana.


En lo que respecta a géneros y pianistas de son y danzón cubano. no tenía problemas, pues los había interiorizado desde que tocaba con la orquesta de su padre, donde se desempeñó en la percusión cubana, el piano y el acordeón desde los once años.


Otra ventaja para Emiliano fue haber estudiado percusión en la Escuela Nacional de Arte, lo que sumado a su innato sentido rítmico, lo convirtió en uno de los más imaginativos bateristas de jazz que hemos oído en Cuba; y sumó estos conocimientos a su ejecución del piano.


Los números originales de Emiliano, tales como Angélica, Poly, Una mañana de domingo o Mi contradanza, cada vez más interpretados por músicos y grupos de jazz cubanos, han venido a enriquecer el repertorio jazzístico cubano, dentro del cual pudieran muy bien convertirse en clásicos ya que reúnen todas las condiciones. ante todo fue un pianista de facultades extraordinarias como improvisador, y que como ya se señaló, supo forjarse su propio estilo. El tratamiento polifónico y polirrítmico está en la base misma de ese estilo, es decir, el piano concebido como una orquesta.



Su manera de concebir el jazz afrocubano es tan natural y tan depurada que nunca necesitaba acudir a un montuno luego de una improvisación puramente jazzística, pues ambos elementos están plenamente integrados: cuando escuchamos un montuno, éste forma parte de un discurso melódico-armónico-rítmico en el cual los patrones rítmicos afrocubanos se integran a la armonía y el fraseo del jazz y los blues.

El grado de fusión de ambas músicas en la concepción y la interpretación de Emiliano Salvador es casi absoluto y lo convierte en uno de los pianistas más admirados e influyentes en grandes pianistas de Jazz Afro-Latino como Eddie Palmieri, Hilton Ruiz y Danilo Pérez, y en los norteamericanos que incursionan cada vez con mayor énfasis en nuestros ritmos, por no hablar de los pianistas cubanos que le rinden verdadero culto y que, cada uno con sus propias proyecciones, se están abriendo paso en el mundo planetario del jazz. Obtuvo en Cubadisco por Pianísimo, premio en música de archivo 2001.


Muere en La Habana, el 22 de octubre de 1992.




Este disco recopilatorio tira pistas a partir de cuatro sesiones de grabación diferentes en el curso de diez años, por lo que incluye una buena muestra de los músicos y composiciones. Varios artistas conocidos en la actualidad como leyendas del jazz latino aparecen aquí en papeles secundarios; saxofonista Paquito D'Rivera, trompetistas Arturo Sandoval y Jorge Verona, los bajistas Jorge Reyes y Feliciano Arango, el percusionista José Luis Quintana, así como vocalistas Bobby Carcassés y Pablo Milanés todo unirse a Salvador en todo el álbum. Sus actuaciones dedicadas y vibrante revelar su dedicación a Salvador y su reconocimiento de su importancia como artista. Escena del jazz en Cuba durante los años 1970 y 1980 se erizó con la energía creativa y Salvador contribuyó en gran medida a ese sentimiento - sus composiciones siempre recurrir a la tradición todavía contienen la libertad de improvisación del jazz y la curiosidad experimental de clasicismo contemporáneo. Muchas composiciones clásicas surgen aquí, proporcionando una idea interesante en el trabajo de Salvador. Desde luego no es un juego completo, pero sí un panorama amplio de Salvador y su visión del jazz latino.

El álbum incluye una serie de elementos importantes que lo distinguen históricamente como musicalmente. Bobby Carcassés "Wanestein Luna" cuenta con visión de futuro voz improvisación Salvador, que incluye tensión rítmica, fraseo bebop, y las agrupaciones disonantes. Su forma de tocar invoca lo mejor de los jugadores que conocemos bien - Chucho Valdés, Eddie Palmieri, y más - y luego inserta su inclinación original propio. D'Rivera inspirado en solitario saxo soprano en "El Montuno" refleja la energía pura de manifiesto en los grupos de Salvador, mientras D'Rivera miedo gira líneas creativas, Salvador lo empuja e interactúa con él casi telepáticamente. Salvador revela el borde exploratorio que desarrolló durante su mandato en virtud de Leo Brouwer en el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC con la del "Son en 7/4." Él hábilmente envuelve melodías, montunos alterados, coros pegadizos, e improvisaciones apasionadas por el compás impar , mostrando un proceso de construcción reflexiva que estalla con energía. "Zapateo Para Una Bella Dama" Salvador coloca en un contexto musical más pequeño donde actúa como solista principal a lo largo de la actuación. Una vez más, su distintiva voz y musicalidad a fondo le permite desarrollar una actuación en evolución que se vuelve más interesante con cada frase que pasa. Cada pista contiene actuaciones importantes que permiten conocer enfoque musical de Salvador y la vitalidad de la escena en general de Cuba durante esta época.


Esta colección fuerte de trabajo más fino grabado de Salvador aclara el respeto que recibe de los músicos cubanos de jazz de renombre y el impacto que hizo en escena jazz de La Habana en los años 1970 y 1980. Su habilidad para acompañar de cerca los mejores solistas de Cuba y luego empujarlos más allá de sus límites confortables brilla a través de estas grabaciones, desde comping agresivo para montunos en constante evolución, Salvador cambió su enfoque para adaptarse a la situación y obtener los mejores resultados musicales. Como solista, se muestra el virtuosismo, una curiosidad inagotable creatividad, la sensibilidad rítmica profundamente arraigada en géneros cubanos, y una voz distinta igualada por ninguno de sus compañeros. Su personalidad como compositor revela una urgencia innovador que prioriza la necesidad de una exploración constante y la libertad de improvisación. Evitó las caídas fuertes en rock y funk preferidos por los artistas cubanos de jazz de la época, tales como Irakere. Aunque felizmente integrado sonidos electrónicos en su música, él mantuvo sus ritmos firmemente plantados en la tradición cubana y sus armonías profundamente entrelazado con el jazz moderno. Estas cualidades existen en multitudes de Puerto Padre , una maravillosa introducción a un maestro de la música que marcan la pauta para el jazz cubano durante una época muy cargada.~CHIPS






Emiliano Salvador – Puerto Padre (2004)

Temas:

01.Una Mañana de Domingo
02. Luna Wanestain (feat. Pablo Milanés & Arturo Sandoval)
03.En Una Volanta Actual
04.Para Luego Es Tarde
05.Puerto Padre (feat. Pablo Milanés, Arturo Sandoval & Paquito D'Rivera)
06.Son de la Loma (feat. Pablo Milanés, Arturo Sandoval & Paquito D'Rivera)
07.Zapateo Para una bella Dama
08.El Montuno (feat. Arturo Sandoval & Paquito D'Rivera)
09.Canción A Isela
10. Son en 7/4 (feat. Pablo Milanés & Arturo Sandoval)

Musicos:

Emiliano Salvador (piano, voz)
José Carlos Acosta (saxo, saxofón soprano, saxo tenor, teclados)
Adalberto Lara (trompeta)
Eduardo Ramos, Jorge Reyes (instrumento bajo )
Emilio DelMonte, Jr., Frank Bejerano (batería)
José Luis Quintana Fuerte (bongos, guiro, campanas)
José Luis "Changuito" Quintana (bongos, guiro, campana), Panchito Bejerano, Rodolfo Valdés Terry (bongos)
Pablo Milanés (voz)
Bobby canales (voz)
Ahmed Barroso (guitarra)
Paquito d'Rivera (flauta, saxo soprano, saxo alto)
Arturo Sandoval (trompeta, fliscorno)
Andrés Castro, Jorge Varona, Manuel "El Guajiro" Mirabal (trompeta)
Lázaro Dagoberto González (trombón)
Roberto García (bongos)
Frank Bejerano, Amadito Valdés

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