Después de casi cuatro meses de este 2018 aparece el primer disco luminoso, de esos que nos alegran la vida y que nos mantienen en la esperanza de que vale la pena estar metido en este negociado. Se trata de ‘The Soul of Tumbao’ del percusionista italiano Paolo Marini al frente de su Latin Jazz Combo. La cuestión de por qué este disco es tan bueno y tan recomendable es tan sencilla que hasta da apuro contarlo, pero es lo de lo más sencillo: un grupo de músicos a los que les gusta el latin jazz, el soul y el funk se unen comandados en este caso por Paolo Marini e interpretan esas músicas que les gustan –que no son necesariamente temas jazzísticos- y las llevan a su terreno.
La selección no puede ser más heterogénea, y de esta manera hay temas estrictamente jazzísticos, como la estupenda versión de ‘Moanin’, la no menos clásica ‘A Night in Tunisia’, que es el único tema vocal del cedé, o la no menos brillante ‘Spain’ de Chick Correa; y todo ello pasando por éxitos del acid jazz, como el ‘Prince of Peace’ de Galliano, o el r&b como ‘There’s Nothing Like This’ de Omar, ‘Endless Love’ de Lionel Richie & Diana Ross, el ‘Overjoyed’ de Stevie Wonder o el clásico ‘Our Day Will Come’ que popularizó hace años Amy Winehouse. Los músicos que tocan todo esto son perfectos desconocidos para los aficionado españoles, pero el nivel musical que muestran estos italianos es verdaderamente sobresaliente, y entre la amplia nómina de artistas que tocan hay que destacar, aparte Paolo Marini, al vibrafonista Marco Pacassoni, que realiza un trabajo impecable. Sí, ‘The Soul of Tumbao’ del Paolo Marini Latin Jazz Combo es un disco que se puede, y se debe, recomendar con toda seguridad y sin ningún miramiento._Y.M. (distritojazz)
La Preservation Hall Jazz Bandes una banda de jazz de Nueva Orleans fundada por el tubista Allan Jaffe a principios de la década de 1960. La banda debe su nombre al Preservation Hall del Barrio Francés. En 2005, las puertas del Hall se cerraron durante un tiempo debido al huracán Katrina, pero la banda siguió de gira.
En la década de 1950, Larry Borenstein, un marchante de arte de Milwaukee, gestionó Preservation Hall en el Barrio Francés como galería de arte. Para atraer clientes, invitaba a tocar a músicos de jazz de Nueva Orleans. En 1961, tras su luna de miel, Allan Jaffe y su esposa Sandra vinieron a escuchar jazz tradicional de Nueva Orleans. Los Jaffe eran de Pensilvania. Allan Jaffe tocaba la tuba en la Wharton School of Business de Filadelfia y su mujer trabajaba en una agencia de publicidad. Asistían a conciertos, se enamoraron del Barrio Francés y se quedaron más tiempo del previsto. Borenstein les preguntó si querían gestionar el Preservation Hall, y aceptaron.
Allan Jaffe contrató a músicos locales cuyas edades oscilaban entre los 60 y los 90 años. Muchos luchaban contra la pobreza, el racismo y la enfermedad. Al principio, los Jaffe no servían alcohol, no utilizaban amplificación y no hacían publicidad. En 1963, Allan Jaffe empezó a hacer giras con bandas por Estados Unidos y otros países. Estas giras incluían a figuras tan populares como la pianista Sweet Emma Barrett, el trompetista Kid Thomas Valentine, los hermanos Percy Humphrey y Willie Humphrey, el trompetista De De Pierce y su esposa, la pianista Billie Pierce. El más popular era el clarinetista George Lewis, cuya reputación precedía al Hall. Aficionados de todo el mundo acudían a Nueva Orleans para escuchar jazz tradicional..._(wikipedia)
La banda sonora de la película documental de 2019 A Tuba to Cuba es un vibrante álbum con canciones que la Preservation Hall Jazz Band grabó durante su gira por Cuba y después de regresar a casa en Nueva Orleans. También incluye un puñado de canciones de archivo grabadas por encarnaciones anteriores del histórico conjunto. Al igual que muchos de los álbumes recientes del grupo, incluidos That's It! de 2013 y So It Is de 2016, A Tuba to Cuba muestra la abundante polinización cruzada del jazz tradicional de Nueva Orleans. Mientras que la tuba titular, tocada aquí por el líder de la banda Ben Jaffe, toma un papel central en el álbum, también lo hacen muchas de las tradiciones musicales cubanas que el Preservation Hall encontró en su viaje. Varias de las canciones, como la boyante "Tumba" y la jubilosa "Keep Your Head Up" con la vocalista Eme Alfonso, suenan más como improvisadas jams, combinando hábilmente ritmos de percusión afrocubanos con la energía del Mardi Gras de Nueva Orleans.
Igualmente atractivos resultan el optimista "I Am", con su sonora melodía de trompeta, y el paseo a medio tiempo de "Kreyol". También añaden un sabor intercultural los temas de archivo vintage como "Las Palomas" de Alejandro Almenares, de los años 40, y la jubilosa interpretación de Billie & De Pierce de la canción tradicional cubana "El Manicero", extraída de las propias bóvedas musicales del Preservation Hall. Más que un simple recuerdo de un viaje capturado con afecto, A Tuba to Cuba es una sentida celebración de la rica herencia musical compartida que conecta Nueva Orleans y Cuba._Matt Collar (allmusic)
Jorge Luis Pacheco. Pianista, percusionista, compositor y director musical, ganador del primer premio del Concurso Internacional de Jóvenes Jazzistas (JoJazz 2007). Jorge Luis es graduado de piano y percusión. Se ha desempeñado con anterioridad como profesor de tímpani sinfónico en el Conservatorio Guillermo Manuel Tomás. Durante su corta pero fructífera vida artística en el año 2007 Jorge Luis Pacheco obtuvo el Primer Premio del Concurso Internacional de Jóvenes Jazzistas, Jojazz y en el año 2009, compitiendo con 114 concursantes de Europa, Asia, Latinoamérica y Estados Unidos se ubicó entre los dieciséis semifinalistas en el Concurso Internacional de “Jazz solo piano” de Montreux, Suiza, siendo el único latinoamericano en presentarse a dicho concurso. Pacheco integra varios de los más destacados grupos de jazz y música popular además de dirigir su propio cuarteto y ha compartido escenario con grandes músicos cubanos como Bobby Carcassés, Javier Zalba, Orlando Sánchez, Haydée Milanés, Pablo Milanés, Aldo López-Gavilán, Harold López Nussa, Amadito Valdés, Joaquín Betancourt, Teté Caturla, Michel Herrera y los norteamericanos Robert Sund y Stanley Clark, entre otros.
Durante la visita del afamado trompetista Winston Marsalis a Cuba, en el año 2010, Jorge Luis Pacheco fue invitado al concierto clausura que se realizó en el Teatro Mella de La Habana, interpretando varios temas junto a la Orquesta de Jazz del Lincoln Center.
En su labor como compositor se cuentan obras de solo para piano, orquesta de cuerdas, para piano y percusión, piano y cello, concierto orquesta sinfónica, entre otros.
Ha participado como invitado en producciones discográficas con Haydée Milanés, Yasek Manzano, Teté Caturla, Ruy López Nussa, Bobby Carcassés, Joaquín Betancourt, entre otros. Ha participado en conciertos y festivales internacionales en Cuba, Alemania, España, Italia, Barbados, Brasil, Canadá y Suiza._(ecured)
Lázaro Valdés nació en la Ciudad de la Habana el 17 de diciembre de 1940.
Por más de sesenta años ha estado tras el piano creando y ejecutando música cubana y jazz. Sobre sus espaldas y talento recayó el intento de mantener unida y funcionando la Banda de Benny Moré tras su muerte; demasiada tarea para quien aun no había cumplido los treinta años y tenía sus sueños. En los setenta su nombre comenzó a ser sinónimo de creatividad inusual, sobre todo en el mundo del cabaret y de los pequeños formatos musicales de la época; Los T con E, su grupo, fue una referencia importante para quienes buscaban una arista distinta de lo popular bailable y del jazz que por entonces se hacía. Esa es grosso modo la historia de Lázaro Oscar Valdés, o simplemente Lázaro Valdés padre. Pianista, compositor, arreglista y sobre todo un enamorado de la historia de la música cubana de la que ha sido testigo y partícipe por más de sesenta años. Una música cubana en la que ha disfrutado y creado para todos los formatos conocidos. Sin embargo a estas alturas de la vida ha decidido vivir el reposo del guerrero, musicalmente hablando, y ese reposo trae como resultado el CD La Malagueña, producido por la Egrem y que desde fines del año pasado está disponible en el mercado. Si hubiera que definir conceptualmente esta producción discográfica me atrevería a decir que es un disco de estándar de jazz —algunos le llaman covers— a la medida de quienes deseen pasar 50 minutos de relax.
La Malagueña, pieza obligada del repertorio clásico cubano y compuesta por Ernesto Lecuona, es reinterpretada y ejecutada por Valdés con soberana maestría pero con una humildad creativa a toda prueba. No hace alardes notales, es simplemente reposada muy al estilo de aquella versión que en los ochenta hiciera Frank Emilio Flyng. Así transcurre el CD en el que además de mostrar su conocimiento y dominio del jazz y la música popular cubana, Lázaro desde el piano despierta aquellos fantasmas de su infancia y de su formación musical. No se olvida que es parte del clan de los Valdés percusionistas, hijo de Oscar “el abuelo reloj” y que además del piano tuvo que aprender los secretos de la percusión, unos secretos que transmite en sus ejecuciones. Divertimento es la definición apropiada para este disco. Es un divertimento musical y a su vez un recorrido por la historia musical cubana desde el jazz latino y el afrocubano. Los músicos que acompañan a Valdés en esta aventura saben qué hacer, cada ejecución ha estado pensada milimétricamente, cada nota puesta en función de un equilibrio musical que deba complacer al receptor final del fonograma. Esta apuesta musical permite al neófito disfrutar estilos y movimientos musicales hoy en desuso por el paso de los años —la contradanza, el danzonete y el pregón— y que requieren de “bomba” para interpretarlos en estos tiempos. Igualmente es un ejercicio de memoria musical y un homenaje a dos figuras importantes en su vida: el cabaret y el son. Como cierre del CD Lázaro Valdés recrea uno de los temas obligados en la historia del jazz cubano: Mambo influenciado, pieza escrita por Chucho Valdés en los sesenta; su versión está cargada de esa impronta musical de aquellos años en que se fomentaba la leyenda musical del jazz latino y del afrocubano; y es aquí donde realmente se rompe el corojo musical del disco, como diría un buen mambí; Lázaro improvisa a lo grande, timbea —él sabe hacerlo como pocos—, goza y nos recuerda que la humildad es sinónimo de grandeza.
La Malagueña tal vez no sea un disco de cabecera de muchos, tal vez porque su autor no sea mediático; ciertamente él pertenece a una generación musical que ya tejió su leyenda; tal vez porque sus seguidores prefieren la intimidad de los espacios en que se presenta; o porque aquellos que le conocieron años antes hoy tengan sus energías en función de otros intereses musicales y humanos (el hombre es él y su circunstancia musical) y su nombre se asocie a una era dorada de la música cubana que guardan con celo en sus memorias.
Lo importante es la música, decía Frank Emilio Flyn cada vez que ejecutaba un danzón o un solo. Lo importante es la música y eso mismo piensa Lázaro Oscar Valdés ante el piano y ante la música. De eso se trata este disco._Emir García Meralla (cubarte)
Lázaro Valdés Espinosa, falleció en La Habana a la edad de 83 años (1 de enero 2023)